sábado, 30 de mayo de 2009

“¡O, quién fuera hombre y tanta parte alcanzara de ti…!” Homosexualidad en El Arte de amar y en La Celestina

La semejanza existente entre El arte de amar de Ovidio y La Celestina de Fernando de Rojas es evidente y a pesar de su distanciado tiempo de composición (1 d.C. y 1499, respetivamente) los planteamientos comunes a ambos son numerosos. Entre éstos puedo mencionar, por ejemplo, la idea del amor como cacería o como guerra, los papeles del hombre (activo) y la mujer (pasivo) en la conquista amatoria, el carácter ilegítimo de las relaciones descritas, entre otros.[1]
Sin embargo me interesa destacar en este trabajo el tratamiento de un tema en particular que se presenta, de una forma o de otra, en ambas obras: la homosexualidad. Es posible que este tema, por sí solo, no sea fundamental en la comprensión de las obras aquí estudiadas.[2] De cualquier modo resulta para mí sumamente interesante que tanto en LC como en El Arte, -cuyo tema medular es el amor y más concretamente el amor carnal y sus aspectos meramente sexuales- no se pasen completamente por alto las manifestaciones eróticas entre personas del mismo sexo. Precisamente por esta razón me he detenido a reflexionar sobre la homosexualidad en estos dos textos, ya que creo que esto puede dar luz sobre la concepción global de la sexualidad manejada por Ovidio en la Roma augústea y por Rojas en la España de los Reyes Católicos.
Comienzo por El Arte de amar. La obra es un texto del cual sobre todo llama mi atención su tono desenfadado y sus (en ese entonces) atrevidos consejos acerca de asuntos delicados como lo son las técnicas y posiciones del acto sexual, la liviandad de las mujeres, la infidelidad, etcétera.[3] En El Arte de amar hay dos pasajes en los que Ovidio habla explícitamente de las relaciones entre varones. En una primera ocasión es sólo para desaprobar el aliñamiento excesivo en los varones, el cual aprueba sólo para aquéllos que “varón apenas, que a varón persigue” (I, 524). Luego, por segunda vez, al momento de hablar sobre la obtención de placer por igual, tanto de hembra como de varón, en el acto sexual; Ovidio expresa su aborrecimiento por la relación carnal que es “coyunda que no satisface al uno y a la otra” (II, 682) y dice consecuentemente: “los amoríos con muchachos me atraen menos” (II, 683-684). Podría decirse entonces que en Ovidio es claro un cierto rechazo hacia las conductas homosexuales; empero, esta repelencia no tiene por argumento, sobre todo la expresada en el segundo pasaje, más que el gusto personal del poeta y existe sólo en función del placer mutuo de los amantes. Me atrevería a afirmar que dicha aversión no es absoluta ya que el narrador de El Arte afirma que los amoríos con otros hombres sólo le “atraen menos”. Es mi creencia que no hay propiamente una postura condenatoria del acto homosexual en Ovidio sino que la evasión de éste se presenta únicamente como un consejo más que puede o no acatarse.
La Celestina es una obra atípica en muchísimos sentidos pero es, al igual que El Arte, sumamente polémica e inusual para su época: retrata un lenguaje popular[4] y habla sin empacho de los más escabrosos aspectos de la sexualidad. La obra gira alrededor de los infortunios de Calisto y Melibea -una pareja de enamorados que verdaderamente parecen seguir al pie de la letra los consejos del poeta de Sulmona- acaecidos a causa de la traición, cometida por la ambición, de sus sirvientes y de la alcahueta Celestina.[5] El primer pasaje que hace mención de la homosexualidad es apenas una breve alusión al pecado de Sodoma: Sempronio, criado de Calisto, califica de “abominable uso” al trato que los sodomitas pretendían dar a los ángeles escondidos en la casa de Lot (I, 4ª, p. 222). El segundo es un tanto más notorio y se trata de una escena, a la que podríamos denominar “homoerótica”, entre Celestina y una prostituta, Areúsa. Celestina al verla recostada sobre la cama le dice ser “una enamorada tuya, aunque vieja” (VII, 2ª, p. 371), “Déxame mirarte toda a mi voluntad, que me huelgo” y “¡O, quién fuera hombre y tanta parte alcançara de ti para gozar tal vista” (VII, 2ª, p. 372). La postura de Rojas de cualquier modo es ambigua, porque no toma partido, en mi opinión, en ninguno de estos dos pasajes. En el primero hace uso más bien de un tópico literario y en el segundo no hace más que describir las insinuaciones sexuales de Celestina para con Areúsa. Este segundo pasaje tiene sobre todo un atractivo erótico y era seguramente una atracción para los lectores de la época dada la gráfica descripción del cuerpo de la mujer. Ahora bien, es claro que Rojas participa de una concepción de herencia aristotélica, manifiesta en otros pasajes, que implícitamente rechaza la homosexualidad por argumentos naturales. Celestina dice: “es forzoso al hombre amar a la muger, y la muger al hombre” para “que el linaje de los hombres se perpetuase, sin lo cual perescería” (I, 10ª, pp. 252-253). A pesar de ello es muy evidente que lo último que mueve a los personajes de Celestina es la perpetuación de la especie, al contrario, la alcahueta es una hechicera que conoce remedios para evitar e interrumpir embarazos.
Tanto en El Arte de amar como en La Celestina, la homosexualidad es tomada en cuenta como una de las prácticas sexuales existentes. Creo que ésta no es condenada, al menos no totalmente, en ninguna de las dos obras y que esto obedece a ciertas causas. Es fundamental la semejanza entre los periodos históricos de ambos textos: tanto la Roma de Ovidio como la España de Rojas se hallan inmersas en importantes procesos de cambio.
En Roma la pacificación de Augusto establece una paz que deriva en ocio y el lujo se vuelve cotidiano; en España el Renacimiento plantea una nueva cosmovisión de corte racionalista-materialista y el sentido de la vida consiste en obtener placer de los bienes que se posean.
Resalta en primer término el tratamiento plenamente materialista de las relaciones amatorias en LC y El Arte. En ambos autores se plantean relaciones desprovistas de todo trascendentalismo y sobre todo obtenidas por el poder adquisitivo del pretendiente. Es decir, son ante todo efímeras, obtenidas como se obtiene cualquier otro producto: están en función del puro placer. De este modo, la homosexualidad ya no aparece aislada en estas obras sino que es partícipe de este proceso hedonista y puede legitimarse por el placer que a quien la practica profiere.


EDICIONES:

· OVIDIO, El Arte de amar en Obra amatoria, II, texto latino por Antonio RAMÍREZ DE VERGER, catedrático de la Universidad de Huelva, trad. de Francisco SOCAS, profesor titular de la Universidad de Sevilla. Instituto Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, 1995 (Alma Mater, Colección de autores griegos y latinos)
· ROJAS, Fernando de, La Celestina. Comedia o Tragicomedia de Calisto y Melibea. Ed., intr. y notas de Peter E. RUSSELL [Madrid, 2001] (Biblioteca Clásica Castalia, 3)

[1] Sin embargo los estudios principales de La Celestina (como Russel cuya paradigmática edición utilizo), al momento de señalar las fuentes de Rojas, pasan por alto la notoria reminiscencia de Ovidio y no mencionan siquiera a éste como fuente indirecta. Aunque Rojas, lo cual es probable, no hubiese leído directamente a Ovidio, desde mi punto de vista, los dos autores participan de una concepción del amor muy similar que vale la pena señalar.
[2] De hecho éste sólo aparece en dos pasajes de Ovidio, expresamente, y en otros dos de Rojas. No es esencial en modo alguno y más bien aparece de manera incidental.
[3] La obra fue polémica a tal grado que su publicación pudo haber sido uno de las causas principales que llevaron a Augusto en el 8 d.C. a desterrar al poeta a la ciudad de Tomos, tan aborrecida por éste.
[4] “¡Puta vieja!” se le llama a Celestina en muchas ocasiones.
[5] El verdadero nombre de la obra es Tragicomedia de Calisto y Melibea; el nombre acuñado al paso de los años se debe a la gran simpatía que despierta el personaje de la alcahueta.

1 comentario:

L.M.P.A dijo...

ayyyy no! you sick fuck no me salgas como esos que creen que todo refleja su gayness porque está super triste, busquemos lo gay en el quijote ah! espera, eso ya lo hizo un bastard bueno lo gay en lo que sea, el que busca encuentra, estás yendo demasiado lejos no?
(me relajo respiro, crítica constructiva) es que no me gusta...
al final sabes que te quiero ego jeje
PD: deberían censurarte por esas fotos: 01 800 Liga internacional contra la indecencia.com

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